Deberías estar marcada en rojo en el calendario, como una
fiesta de guardar, como un punto de luz en medio del océano, para avisar a
navegantes, que tras de ti, nada será lo mismo.
Para decirles, que todos los besos que te sucedan sabrán a
todo menos a beso, o al revés, que todos los besos saben distintos cuando son
tuyos.
Deberías saber, si no lo sabes, que aún no puedo arrepentirme de
ser esta estatua de sal que queda tras mirarte; que si de algo me arrepiento,
es de no haberte vivido lo suficiente.
Recuerdo que fue un día, uno corriente, entre el cabracho y
los postres, tú lanzaste una pregunta de las tuyas: - qué quieres hacer antes
de morirte?- Vivir fue mi respuesta. Y
estaba equivocado. Tal vez pequé de
ambicioso, tal vez de atrevido o simplemente tal vez de ingenuo.
Con el tiempo he conseguido darme cuenta, de que me habría
bastado con dormir de vez en cuando en tus labios, o con mecerme algunas tardes
de otoño en tus palabras; tal vez habría sido suficiente besarte algún suspiro
que arropara mis delirios de grandeza, o vivirte, sí, quedarme a vivir en tu sonrisa.
Hace tanto que te has ido, que he dejado de llorar al
masturbarme.
Me he vuelto un conformista -Y eso no te lo perdono.- Un indolente viejo
verde convencido de que detrás de ti, no queda apenas nada.
Deberías estar marcada en rojo en el calendario, en rojo y
con una nota al pie; para que quien quiera arriesgarse a bucear en tu
mirada, pueda saber lo que tras mirarte
queda.