miércoles, 26 de junio de 2013

La última vez que me besaste
el verano había concentrado todo su calor en aquel patio
Y Eduardo Mendoza se nos había metido por los oídos,
con más pena que gloria. 
- Me gustó más la primera- dijiste 
y mi mente se trasladó a un San Juan en Barcelona, 
que sin ti es un pueblo. 
La última vez que me besaste nadie tocaba el violín, 
ni una maldita florecita, ni un arco iris sobre mí.
Y tu sonrisa era la última de tantas veces. 
Ha llovido desde entonces, 
yo creo que más que nunca, 
tal vez nunca vuelva a hacer el mismo calor de aquel verano, 
o que las última veces, acaben siendo la última
de repente.
- Este es el último poema que te escribo- Me he dicho tantas veces. 
Y aquí sigo. 
Ahora ya he perdido la esperanza
de olvidarte incluso, 
para qué si siempre vuelves
aunque solo sea a mi memoria
La última vez que me besaste
se quedaron miles de poemas incompletos
tal vez como este.