domingo, 25 de marzo de 2012

Cuando fuimos los mejores

Era, cuando llegó, como una de esas vasijas de porcelana rotas y pegadas a las que aún se les ven los restos de pegamento, las grietas y la cerámica lascada. Atractiva a pesar de todo. Yo en cambio salía de uno de esos incendios en los que ya no quedan piezas para ser pegadas. A pesar de todo, seguí viviendo a mi pesar. 

Ella, que anhelaba muchas veces ser perro de rico, se metió en mi vida por uno de esos huecos que se quedan en las cajas de galletas mal cerradas, y así, de tarde en tarde a la hora del té inglés llegó el día en que nos quedamos a cenar para quitarnos todas las máscaras y algunos de los miedos. A los incendios en mi caso, a los incendios, en el suyo.

Entre pastas de té y cenas me confesó que había tejido una tela de araña para él en la que acabé cayendo yo, a su pesar y al mío; aunque a la maldita tela de araña tenga que agradecerle todo lo que fui a su lado, y sobre todo, todo lo que no fui.

Ayer se fue, definitivamente, aunque ya hacía más tiempo que se había ido. Yo he vuelto a llorar al masturbarme.  

lunes, 19 de marzo de 2012

Incendios


Ayer hubo un incendio

uno cualquiera, uno en una de esas calles que ya no huelen a ti.

No lo creerás, pero no me importó

la gente, esa que no te conoce

se arremolina curiosa en torno al olor del plástico.

yo busco tu olor en los dobleces de mi camisa

por si quedara algún resto

busco las huellas de tus manos por mi piel

por si aún quedara un rescoldo que avivar

para sentirlas de nuevo

esos son nuestros incendios

echando la vista atrás

me convenzo, sin quererlo

de que tu llegada

se llevó la ansiedad

asociada a los incendios

y que ahora, los incendios son tus tuyos

Te pertenecen.

Los de tu mirada cuando me incendian las manos

Los de tus manos que me incendian los oídos

Los de tus besos que me incendian el alma

Siempre, a veces incluso a tu pesar.

Ayer ardía mi calle, mientras los curiosos

Arremolinados en torno a las llamas

Se preguntan por qué sonrío a sus espaldas

buscando la espalda tuya

para incendiarla.

para trazar con mis dedos una hilera de recuerdos,

que permanezcan imborrables a los latidos de mi ausencia

y que, de vez en cuando, cuando tu conciencia trate

de aplacar las miradas de mis manos

tus besos se apaguen en mi,

como se apagan los cigarrillos en la piel de las torturas.

como la que siento cada día que me faltan tus incendios,

tus reproches, y hasta incluso.

tus buenos malos modales.

Ayer hubo un incendio,

un incendio cualquiera

en cualquiera de esas calles que ya no huelen a ti.

Mientras yo, ajeno a incendios ajenos,

buscaba una vez más

tus huellas sobre mi piel. 


martes, 6 de marzo de 2012

ganas


ganas, de que un día vengas
por mi espalda,
a darme un beso sin mi permiso
sin que te lo pida,
de que por lejos que duerma me busques
despierta
y de que nunca dejes de ser ganas,
porque tú,
porque yo, nunca fuimos nada
salvo ganas,
fuimos ganas de ser mutuos
seguro que alguna vez,
fuimos ganas de vivir tras haber muerto
ganas de volver sin habernos ido.
yo fui ganas de ser tú
mientras eras ganas de ser yo,
y ambos, siendo ganas,
fuimos todo lo que podíamos ser.
ganas de orgasmos conjuntos,
de besos eternos,
ganas de dormir sin ti
para soñar contigo
ganas de que me mataras de una vez por todas.
fuimos ganas de ser
ganas de ser record de silencio
de ser beso, pluma, escarcha,
uña, deseo.
fuimos ganas de ser dientes tatuados
en la espalda tuya,
y en la mía,
ganas de ser sentido
de ser vida, de vivirla,
fuimos glaciar y desierto,
exilio, destierro,
ganas de ser reconquista
fuimos ganas de gusto,
de olfato, de oído,
ganas de vista,
y ganas, todas, de tacto.
ganas de ser y de estar,
de parecer,
fuimos,
somos y seremos,
ganas de ser ganas.