La última vez que me besaste
el verano había concentrado todo su calor en aquel patio
Y Eduardo Mendoza se nos había metido por los oídos,
con más pena que gloria.
- Me gustó más la primera- dijiste
y mi mente se trasladó a un San Juan en Barcelona,
que sin ti es un pueblo.
La última vez que me besaste nadie tocaba el violín,
ni una maldita florecita, ni un arco iris sobre mí.
Y tu sonrisa era la última de tantas veces.
Ha llovido desde entonces,
yo creo que más que nunca,
tal vez nunca vuelva a hacer el mismo calor de aquel verano,
o que las última veces, acaben siendo la última
de repente.
- Este es el último poema que te escribo- Me he dicho tantas veces.
Y aquí sigo.
Ahora ya he perdido la esperanza
de olvidarte incluso,
para qué si siempre vuelves
aunque solo sea a mi memoria
La última vez que me besaste
se quedaron miles de poemas incompletos
tal vez como este.
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